domingo, 22 de diciembre de 2013

Canelones Lara (de manzana, seitán y champis).



Estos canelones son invención de mi amiga Lara, y son los que comenté que son dignos de cava, cohetes y baile. A mí no me quedaron igual, pero me quedaron muy requetebién. Espero que la autora del invento no tenga que hacer muchas puntualizaciones.



Como ya expliqué, los canelones son, en el mundo paralelo de mi simbolismo personal, plato de fiesta y celebración. Y la cosa es que se acercan (están aquí) las fiestas navideñas; ayer mismo celebramos Yule, la fiesta pagana del solsticio de invierno. Y estas son mis primeras navidades sin comer carroña. A mí me dan igual las navidades, pero el caso es que mi familia se está poniendo nerviosa. Algunos deben pensar que les quiero privar de comer jamón y gambas gordas, merced a un recién adquirido fanatismo que no he mostrado nunca; pero el caso es que tengo que hacer algo rico, para mí y para quien quiera. Y los canelones Lara son, me parece, una buena elección.

Tras esta chapa introductoria, vamos al lío.

Necesitaremos, claro, seitán, que es lo más difícil de conseguir en tierras manchegas y en otros muchos rincones del mundo dejados de la mano de dios. Otro día explico cómo se hace, pero hay aproximadamente mil millones de recetas en internet con todo tipo de detalles y variaciones.

Un par de manzanas.

Unas cuantas uvas pasas.

Un puñadejo de champiñones.

Cebolla.

Ajo.

Salsa de tomate.

Bechamel: margarina/aceite, harina y leche de soja.
Un chorro de vino blanco.

Los canelones.

Y sal. Siempre sal. No hace falta ni decirlo.

Nos ponemos a ello:

En una sartén pochamos los champis, agregándoles al final un chorro de vino para darles alegría.

El la sartén principal vamos sofriendo, por este orden poco más o menos:

Ajo y cebolla picados.

Seitán triturado en la batidora o picado finísimo a cuchillo.
 
mazacote de seitán y un poco en la picadora


 cebolla, ajo y seitán en la sartén



Las manzanas en trocitos y un puñadito de pasas, picadas un poco (si las has tenido un rato a remojo antes mejor).


con las manzanas



Entonces le metes el sofrito de champiñones.

Añades tomate frito.

Añades bechamel. Y ya está el relleno.

el relleno terminado



Claro está que hay que ir añadiendo las cosas cuando las de la sartén están ya medio hechas por lo menos.

La bechamel no tiene ningún misterio: pones un pegote de margarina en un cazo, que se derrita, añades harina hasta que se haga una bola bastante seca, echas leche vegetal a montón y le das vida con una varilla (mejor que con cuchara de palo). Echas sal, pimienta y nuez moscada si te gusta, y le das vueltas y vueltas hasta que quede como quieres (al loro, que cuando se enfría espesa mucho). Si está muy dura, le echas más líquido. Si está muy líquida, le das más tiempo. Tiene que cocer un poco para que no sepa a harina. Y esto es todo.

Ahora, simplemente, rellenas los canelones, los colocas en una fuente, le pones una capa fina de salsa de tomate por encima, y encima de esto lo cubres bien con bechamel. Le puedes echar algún invento para gratinar (levadura de cerveza con un poquito de agua, por ejemplo; o levadura de cerveza con almendra triturada, con o sin agua) y al horno.

y al horno que van, a gratinar un poco



Están estupendos.

viernes, 20 de diciembre de 2013

Goñis (ñoquis, gnochi, etc.) de calabaza



Esta recetilla la hice hace algún tiempo y aunque no me salió estupendísima estaba rica, y tendré que repetir, que todavía tengo calabazas y se harta uno de tanta cremita. La saqué de aquí, por si queréis ver la receta bien explicada. Yo he usado calabaza potimarrón, pero sirve cualquier calabaza naranja.

La cosa es sencilla. Asas calabaza cortada en trozos en el horno (se hace en el horno para que no chupen mucha agua y se haga la cosa inmanejable), y una patata. Cuando esta blando se machaca todo y se mezcla, que quede una pasta homogénea; pero todavía no se podrá manejar el asunto. Así que te lías a echar harina poco a poco, mezclando, hasta que puedas amasar un espagueti gordo, como esos que hacíamos en la escuela de chiquitillos. Gordo, del gordo de los ñoquis. 

 la culebra, dejando churretes en la encimera

Entonces lo haces, haces una culebra naranja y larga. Y la cortas en trocitos.

Supuestamente hay que pasar esos trocitos, que ya son los goñis propiamente, por harina; pero yo no lo hice y dio lo mismo, así que supongo que no pasa nada.

Entonces los cueces en agua hirviendo con sal, como otra pasta cualquiera. Uno o dos minutillos, hasta que suban flotando. Y ya está.


goñis con un chorrillo aceite




Te los comes con la salsa que te apetezca.

Prometo cambiar las fotos cuando repita, que ha quedado muy cutre.

martes, 17 de diciembre de 2013

hamburguesas (comida de batalla I)





Tengo que decir las cosas: la comida basura me gusta que te cagas. De toda la vida. Ha sido una parte importante de mi alimentación durante lustros, y en cierto modo estoy sorprendido de seguir con vida y con el colesterol por los suelos.

Las hamburguesas son una de esas cosas que se hacen rápido y están ricas. Para gente como yo que vive a su amor y por consiguiente no tiene ganas de hacerse cada día platos estupendos (cocinar para uno es un aburrimiento, sigamos hablando claro) es la cuenta. Yo comía muchas, aunque en los últimos tiempos evitaba pensar en los componentes de esa masa en forma de hostia gorda, y no veo ningún motivo para dejar de hacerlo.

Una advertencia. Aunque no sé si es consecuencia de mi personalidad adictiva o de las propiedades alquímicas de la combinación, estas hamburguesas enganchan. Lo digo en serio.

Vamos a verlo.

Nos hace falta:

Copos de avena. Los del Dia, los del Mercarroba, los del Lidl o los que haya. Todos valen. 

Soja texturizada fina. Si no hay, no pasa nada. Avena na más.

Pan rallao. Un poquito, pa darle consistencia al tema. Un poco de harina también vale. Y si se te olvida, tendrás que darte más maña pero no pasa nada.

Verduras, las que cada cual quiera. Me gustan con zanahoria, cebolla, pimiento colorao, ajo. Pero lo que cada cual estime según gustos, lo que haya en la nevera y lo que se apetezca. Todo picao finito.

Especias, hierbas y sabores: a mí me van con comino, pimienta, un chorrillo de salsa de soja de la más negra que exista y ya. Pero cada cual le puede echar lo que se le antoje, sólo faltaba. (Hay quien piensa que la cocina es orden y disciplina, el seguimiento inflexible de una receta preestablecida, pero eso es falso. La cocina es caos y libertad absoluta, el aparente desorden que sorprendentemente lleva a resultados ricos, teniendo el regusto en la boca de haber hecho lo que te ha dado la gana). Pues eso: tabasco, orégano, jengibre, tomillo, romero o lo que te pete. SAL. Por supuesto sal.

Esto es lo que necesitamos, con las variaciones que cada cual considere. Ahora vamos a hacerlas.

Mezclamos avena, soja, pan rallao, verduras y especias. ¿Proporciones? Pues mitad y mitad de avena/soja, o más avena que soja. Pero tú prueba, a ver qué pasa.

 la mezcla

Ahora echa agua templadita y vete amasando. Poco a poco. La consistencia es la que te permita hacer bolas sin que se te pegue mucho a las manos y sin que se desparramen los trocitos de avena. Si puedes hacer una bola, aplastarla y que no se resquebraje ni se caigan cachos, ya lo tienes. Esa bola aplastada es la hamburguesa.

Si te gusta la perfección, que quede redondita y muy aplastada, usa un molde redondo, film transparente y aplasta con cuidado. Si como en mi caso te da absolutamente lo mismo, haz una pelota, aplasta con las manos y ya está.

Ahora puedes empanarlas o no. Si las empanas quedará crujientita por fuera. Con la humedad de la hamburguesa suele ser suficiente para que se pegue el pan rallao. 

Ahora, a la sartén, con un dedo de aceite, a fuego medio. Lo suyo es que el aceite llegue hasta la mitad de la hamburguesa, porque como hay que darle la vuelta con esta cantidad se freirá bien por todas partes. Pues ya está: unos minutos por cada lado y al plato.
 en el plato está

Y ahora, amiguitxs, ya que la tenéis os la coméis como más os guste. A mí me va con pan de hamburguesa, lechuga, tomate, cebolla caramelizada, pepinillos, mostaza fuerte y kétchup (o sopa de gato, cat soup, como dice mi madre).

esta mola más
Que aproveche. ¡Salud, la compañía!

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Canelones




Los canelones eran la prueba de fuego. Para mí, plato de fiesta, de celebración. De cumpleaños. De recompensa. Mi plato favorito de toda la vida.

Mis favoritos eran los más cutres: rellenos de atún con tomate. Luego probé otros, en otras casas. De carne picada. Los canelones de San Esteban en Barcelona, con mil cosas dentro. Estaban buenos, pero mis favoritos seguían siendo los más cutres. Me traían, y mi memoria gustativa me sigue trayendo, recuerdos de algún verano en Asturias; de algún cumple cuando era muy pequeño. Recuerdo también los primeros canelones veganos que probé (¿año 98?) en un localito de Valencia.

Así que tenía que hacer los míos, mi vegan shit. 

El concepto era sencillo: un relleno de verduras con tomate frito. Lo hice hace ya varias semanas y no recuerdo exactamente, pero la idea es clara: verduras picadas a la sartén, un puñadito de soja texturizada fina, el tomate frito y ya está el relleno. 


El relleno, antes del tomate



Luego se rellenan (una cucharadita por canelón) y se enrollan las placas, que habremos cocido antes, claro. 

 Listos para liar.

Se colocan y se cubre con bechamel (margarina+ harina+ leche de arroz) y un invento para gratinar, que se parece al parmesano (almendra picada + levadura de cerveza). 


 Al horno que van.

Al horno, se gratina (no me quedó muy resultón, pero bueno) y ya está.


Y del horno que salen



Quedaron buenos, y pasaron la prueba de fuego (puedo seguir perfectísimamente sin comer atún de lata…¡bien!), pero no pa tirar cobetes. Claramente claro hay que seguir probando.

Algunos días después tuve ocasión de probar otros canelones que sí eran para descorchar cava, tirar voladores como anunciando romería y echarse unos bailables. Iban rellenos de un mejunje con manzana y seitán, y eran bastante bastante espectaculares. Cuando aprenda a hacerlos lo cuento por aquí.