Las gachasmigas son uno de los platos tradicionales veganos de
más arraigo en el Sudeste ibérico. En Murcia se pirran por ellas, y es Murcia
el epicentro de este plato campero y humilde, aunque allí se hacen sin patatas.
En Albacete se hacen con patatas. Así que cuando un servidor
de ustedes escuchó por primera vez eso de “tortilla de patata vegana” y ser
informado de que se sustituía el huevo por harina normal y corriente de trigo (o
por harina de garbanzo) puse mi cara de escepticismo para sentenciar: “eso son
gachasmigas”. Como hay testigos de este suceso, quiero aclarar que si no
sucedió exactamente así no importa; en el hinternec se puede uno permitir mentir como
un bellaco y transformarse por arte de birli
birloque en una joven estudiante japonesa de viaje por Europa, si le apetece.
La ejecución de las gachasmigas tradicionales no es
exactamente como lo hice yo hace unas semanas, y es bastante probable que el
método tradicional sea más resultón que el mío, primer y único experimento en
solitario (en el primero estuve de pinche, o de Biscuter que es mejor). Quien
quiera verlo tal cual se hace en los pueblos de Albacete, aquí tiene la receta.
La mía es ligeramente diferente.
Ingredientes.
- Patatas.
- Harina de garbanzo (si no tienes, harina de trigo).
- Aceite.
- Sal.
Cortas las patatas como para hacer tortilla, en rodajas
finicas o como tú lo hagas, que cada casa es un mundo; o mejor: una iglesia,
con sus dogmas sagrados e inquebrantables. Las fríes como para tortilla y
cuando estén las sacas y escurres el aceite. En un cacharro hondo echas un
puñadito de harina de garbanzo (que le da un colorcillo amarillo muy majo y
además cuaja bien), sal y agua, y lo bates. Añades las patatas fritas y
remeneas para que se empapen. Y a una sartén con buen fuego y una gota aceite.
Y te lo haces como te enseñó tu madre: cuando esté hecha por un lado, le das
vuelta con un plato y que se haga por el otro. Y ya está.
me perdonen la mierda foto
Ya tenemos nuestra tortilla de patatas o gachasmigas. Sin
haber contribuido al sórdido negocio de los huevos, al menos por un rato.
No te olvides de la sal que una tortilla sosa es la cosa más
triste que hay.