Estos canelones son invención de mi amiga Lara, y son los
que comenté que son dignos de cava, cohetes y baile. A mí no me quedaron igual,
pero me quedaron muy requetebién. Espero que la autora del invento no tenga que
hacer muchas puntualizaciones.
Como ya expliqué, los canelones son, en el mundo paralelo de
mi simbolismo personal, plato de fiesta y celebración. Y la cosa es que se
acercan (están aquí) las fiestas navideñas; ayer mismo celebramos Yule, la
fiesta pagana del solsticio de invierno. Y estas son mis primeras navidades sin
comer carroña. A mí me dan igual las navidades, pero el caso es que mi familia
se está poniendo nerviosa. Algunos deben pensar que les quiero privar de comer
jamón y gambas gordas, merced a un recién adquirido fanatismo que no he
mostrado nunca; pero el caso es que tengo que hacer algo rico, para mí y para
quien quiera. Y los canelones Lara
son, me parece, una buena elección.
Tras esta chapa introductoria, vamos al lío.
Necesitaremos, claro, seitán, que es lo más difícil de conseguir en tierras manchegas y
en otros muchos rincones del mundo dejados de la mano de dios. Otro día explico
cómo se hace, pero hay aproximadamente mil millones de recetas en internet con
todo tipo de detalles y variaciones.
Un par de manzanas.
Unas cuantas uvas pasas.
Un puñadejo de champiñones.
Cebolla.
Ajo.
Salsa de tomate.
Bechamel: margarina/aceite,
harina y leche de soja.
Un chorro de vino
blanco.
Los canelones.
Y sal. Siempre
sal. No hace falta ni decirlo.
Nos ponemos a ello:
En una sartén pochamos los champis, agregándoles al final un
chorro de vino para darles alegría.
El la sartén principal vamos sofriendo, por este orden poco
más o menos:
Ajo y cebolla picados.
Seitán triturado en la batidora o picado finísimo a
cuchillo.
mazacote de seitán y un poco en la picadora
cebolla, ajo y seitán en la sartén
Las manzanas en trocitos y un puñadito de pasas, picadas un
poco (si las has tenido un rato a remojo antes mejor).
con las manzanas
Entonces le metes el sofrito de champiñones.
Añades tomate frito.
Añades bechamel. Y ya está el relleno.
el relleno terminado
Claro está que hay que ir añadiendo las cosas cuando las de
la sartén están ya medio hechas por lo menos.
La bechamel no tiene ningún misterio: pones un pegote de
margarina en un cazo, que se derrita, añades harina hasta que se haga una bola
bastante seca, echas leche vegetal a montón y le das vida con una varilla
(mejor que con cuchara de palo). Echas sal, pimienta y nuez moscada si te
gusta, y le das vueltas y vueltas hasta que quede como quieres (al loro, que
cuando se enfría espesa mucho). Si está muy dura, le echas más líquido. Si está
muy líquida, le das más tiempo. Tiene que cocer un poco para que no sepa a
harina. Y esto es todo.
Ahora, simplemente, rellenas los canelones, los colocas en
una fuente, le pones una capa fina de salsa de tomate por encima, y encima de
esto lo cubres bien con bechamel. Le puedes echar algún invento para gratinar
(levadura de cerveza con un poquito de agua, por ejemplo; o levadura de cerveza
con almendra triturada, con o sin agua) y al horno.
y al horno que van, a gratinar un poco
Están estupendos.